diciembre 25, 2010

las aventuras de Choloman y Monito |Papeles Olvidados|



CompartirA sus pies no lo acompañaba ningún calzado, frecuentemente las veces que te encontrabas con el en aquella Selva privada, era para muchos un símbolo de distinción, ya que si no, no te podías llamar amigo de Choloman, así era él, hoy escribo para conmemorar aquellos Años, en que este personaje, estuvo a mi lado, inseparable compañero de aventuras, ferviente cómplice de innumerables encuentros con nuestro destino, aquella Selva Privada en aquellos años, fue conquistada de diferentes maneras, siendo está, producto, de la imaginación de dos chamacos, convertidos en compañeros para derrotar numerosos Dragones, rescatar reinos sumergidos en las sombras del terror, combatir contra la más temible de las bestias que tomaba por nombre ‘Dientes de león’, arrastrarse entre pantanos, y recorrer la selva virgen de nuestra imaginación a puro pulso y sudor. Cuenta la historia que un día, tuvieron los aventureros que crecer, y es un 24 de Dic. cuando se dan cuenta que aquellos Años, ya no volverán, pero siempre vivirán es sus memorias. Ya que nunca dejan ellos de ser Niños.

La hierba crecía mirando al sol, camuflados en la espesa maleza, era siempre Choloman, quien guiaba la expedición, en la grieta que dejan el pasar del tiempo, caminos del olvido con la esperanza, se levantaba como un deseo, el Cóndor, una congregación de habitas en un inhóspito territorio, cúmulo de aventuras, rodeados por un tupido resorte de la mas inimaginable vegetación antes vista, en aquellos años, las carreteras solo eran encontradas en la civilización, cosa que todavía en aquella parte del mundo, la civilización no era como se dice, algo lo cual viniera con la brisa, faltarían años, para que el Cóndor gozase de aquella civilización, siendo un cúmulo de Lagos, ríos, selvas vírgenes, árboles y maleza, algo siempre recomendado para la aventura, un peligro siempre inminente para los que nunca se han topado con Dragones, y el hogar de aquellos feroces y temibles Dientes de León, estos últimos eran nuestra prioridad, los exploradores que habitaban en nuestros cuerpos, nos encaminaban a sumergirnos día tras día, en aquella selva privada, encontrando obstáculos, encontrando numerosos caminos que nos llevaba siempre a otra aventura.

Ahora, de calzado elegante, muestra en su rostro un rastro del tiempo que le precede, los bellos en un conjunto sutil, delicados, sumados hacen las veces de bigote, muestra ahora el semblante mas refinado, convertido en un Hijo educado, un hermano amigable, y un vecino de los muy pocos que quedan de aquella época de aventura, que todavía al verlo, me produce una alegría inimaginable, Choloman, sabe eso, sabe que mi aprecio perdurará, compañero de innumerables golpes a la imaginación, aventuras llevadas a libros y libros en mi memoria, encontrármelo en la acera de mi casa, rumbo al centro comercial cerca de casa, para comprar algunas cosas para su cena navideña, crea en mí una nostalgia devota, el tiempo a hecho de nosotros Hombres.

El sol acechaba, seguros, en que cuidaríamos siempre uno del otro, ya que si no confías en tu compañero, la aventura se tornará siempre en la caída de uno de los integrantes, teníamos que encontrar el nido de aquellas bestias, que consumían todo lo que caía en sus trampas mortíferas, teníamos que estar atentos, pasar el río Aguador, comenzar a caminar por la orilla de este, hasta llegar a los dominios de los Paredes, no antes sin pasar por ríos y crecientes  emponzoñadas de pirañas, los Paredes, familias de indígenas, como cualquier otra, tierra de misioneros, comensales enfurecidos, combinando nuestras estrategias, casi nunca llegamos a una confrontación directa, evitábamos a toda costa, que de esas confrontaciones brote algún herido, pasado el peligro, la selva se hacia mas mansa, mas penetrable, llegando al terreno dominado por un Negro mulato, este tenia en su territorio los árboles de Molle, mas memorables, los mas grandes, 40 metros de alto, de prominente sombra, los mas grandes que he visto en mi vida, sumaban cientos de ellos, bajo de aquellos árboles, los nidos de los Dientes de León, yacían inertes a la espera de victimas, estas, las mas preferidas, Hormigas gigantes del tamaño de casas, las trampas les servían con una eficiencia no comprendida, ya que eran años de estudio para atinar a comprender su estado, y su compleja existencia, comían haciendo agujeros en el terreno, como volcanes o huecos que terminaban siendo sus guaridas y sus trampas, ellos aguardaban por debajo de la tierra, dejando sus tenazas a la vista, al final de cada trampa, y a la vez trampas mortales, que cuando caías en ellas, no tenías como el salir, encomendarte al Dios todo poderoso, de que solo sea rápido tu deceso, los Dientes como tenazas, de aquellas bestias hacían que la tierra se vuelva una trampa, haciendo que sea el fin de aquellas presas, golpeando las paredes de aquel nido, la tierra colapsaba y hacia mas rápida y eficiente la cacería, el animal solo tenia que perecer, dando intentos en vano por aferrarse  a la vida. Asía aquellos nidos, nos dirigíamos. El territorio de don Domingo aquel mulato de sonrisa perlada, de blancos dientes, y enorme, como los hombres de África, aquel territorio era nuestra prioridad, pasados los días, 9 en total, cayendo en la penosa travesía, de seguro con el ultimo aliento, comenzaríamos a encaminarnos recién a nuestra aventura. Los dientes de León eran codiciados por aquellos comerciantes, que nunca en su vida, abrían pensado que existiesen criaturas mas allá de su imaginación, comenzaba a pensar que aquella era una aventura la cual traería su extinción, consecuencia de la propagación de nuestro descubrimiento, de seguro el peligrar la vida de los dos aventureros, aria la caminata y el aire mas caldeado de costumbre, el miedo afloraba, tenían los viajeros que completar aquella misión, la noche caía y así mismo, los caminantes, tenían que parar a descansar, siempre uno dormía, el otro vigilaba las sombras si de ellas, vendría algún peligro, que al utilizar la noche bajo su beneficio, aria de su cena dos cuerpos abatidos por el cansancio.

Choloman me dice, que la cena navideña, estará colmada por hombrecillos, sobrinos de diferentes partes de la familia, como cuando de la nada, por arte de Magia, yacía Yo, en aquellos días de nuestra niñez, como no recordar las navidades y las noches de Año Nuevo, pasados por nuestra memoria, como no recordar a mi compañero de innumerables aventuras, en aquellas noches, cuando enloquecidos por el ambiente festivo, aquellas noches, eran noches de guerra santa, cada bando era mortal, siempre acumulando municiones, para cuando la sartas de cohetecillos se acabara, vendrían las calaveras, las rata-blancas, y aquellos Muñecos de trapos eran los testigos de años pasados, el rescatarlos de las manos del enemigo era la misión, la de siempre, caía en la brigada del Cóndor, un tuvo de cerca de metro y medio, hacia las veces de bazuca, la distancia siempre se guardaba, los caídos eran levantados, los heridos los había por montones, el campo de batalla, aquel Pampón, kilómetros y kilómetros de arena fina, encontraban en este, la versión de un Irak, un Sahara, un muy temible territorio, los bandos siempre conformados por mas de cuatro, si alguien se unía siempre teníamos que ser informados con telegramas, pasadas las horas, cada bando era conformado por mas de 7 niños, las reglas eran simples, todo valía, no se tomaban rehenes, todo hasta comenzar el amanecer, o hasta que se acaben las municiones. Los mas avezados, rompían filas, y se hacían del territorio enemigo, haciendo esta la hazaña mas heroica posible, las bombas eran la orden del día, los oídos zumbaban como abejitas que nacían en tus orejeras, no podías si no, comenzar a rezar, no podías si no, rogar por ser el bando ganador, o que las municiones sean suficientes, como para aguantar toda la noche.

La caminata era cosa de acostumbrarse, kilómetros y kilómetros, de espesa maleza, asían de esta una de las cosas mas difíciles, los días pasaban como mariposas rojas y negras, volando, no teníamos en aquella época, como saber la hora, nos guiábamos por las puestas del sol, no fue un año después, que me compraron mi primer reloj de pulsera, este una mención de los Transformes, todo un lujo, las mañanas no eran perfectas si no encontrabas el desayuno, algunos plátanos de seda, eran fritos para así saciar el hambre, las costillas se adherían a tus pulmones, la respiración de dificultaba esa era señal de que estábamos cerca, los machetes cortaban la maleza, de aquellas solo salían sonidos agudos que con contacto de las raíces, hojas, parecían ser casi la melodía del viajero, del aventurero, no es si no, que después de siete largos días, cuando recién nos encontramos frente a frente con aquellos Árboles enormes, aquellos Molles, eran nuestra prioridad, pero no todos, ostentaban los nidos, aquellos que no hacían la suficiente sombra, y contaban con la altura necesaria, eran descalificados, aquellos ostentosos de ramas, kilómetros de ojales, y un tronco que pasaba los cuatro metros de diámetro, esos eran los preferidos por choloman, su acompañante en este caso, Monito, colgaba de las lianas, para como un marsupial encolerizado, subía a uno de esos árboles, para poder trazar la ruta, una que no les acumule tiempo, una que sea la proeza de encontrarse después de muchas noches, y días de sol, con aquellos nidos de Dientes de León.

Mi compañero es el ultimo de tres hermanos, y Yo, soy el segundo de tres, casi de la misma edad, solo nos llevamos por un par de años, era lógico que en aquella época con nuestra edad, éramos niños, y guiados por el encuentro y la misión de crear lazos de amistad, seamos presa de aquella amistad que nos llevaba a tener siempre que frecuentarnos, aquellos retoños no tenían como saciar su curiosidad. Choloman ahora es tío, su segundo hermano compañero y amigo también mío, hace unos años paso a la fila de casados, y con el tiempo fue bendecido con un Hijo, Fabián, tiene la mirada de los Condori, innegable. Choloman me cuenta que en esta navidad la casa que siempre los ha cobijado, estará colmada por los familiares, y la cena navideña, será el momento cumbre, pero una de las razones, que creo Yo, que es pieza fundamental, para que se haya dado nuestro encuentro este 24 diciembre, cerca de las diez y media de la noche, se fuera la Luz eléctrica en tres manzanas del barrio el Cóndor, como siempre las familias, colmadas en las puertas de sus casa, tratan de llamar a el acreedor en este caso Edelnor, Yo, aprovecho para hacer unas llamadas, salgo de mi casa, para una mejor recepción, y veo una sombra con un caminar inconfundible, era él, Choloman, con unos kilos de mas, con buen semblante, ya los años han hecho de mi compañero, un Hombre, siendo el tiempo mezquino con los dos. Uno más que el otro, ostenta su edad con orgullo. Retiro mi nextel de mi oído, y me limito a estrechar su mano, con algo mas que un jubilo, y un cariño, respeto, sencillez, le deseo una Feliz Navidad. Me disuade a que lo acompañe en otra aventura, el de ir a Metro, a horas de que sean las doce, para comprar bocaditos para los invitados, y demás. Es cuando me veo de nuevo en aquella selva privada, en donde nuestras aventuras, eran un sin numero de razones para desfallecer en nuestra imaginación. Un arma, que mi compañero la llevaba al punto mas evolucionado de su existencia.

El terreno era árido, no había ya agua la cual podríamos beber, la noche siguiente, pronosticaba llover, eran estas gotas, las que nos salvaban de la inanición, comenzábamos a perder las esperanzas, no creo que hubiera mas 300 ó 400 especimenes en esta planicie, las zona era muy arenosa, era el lugar perfecto para que aquellas criaturas hicieran sus nidos, como siempre Choloman, congeniaba con su compañero, para poder abarcar mas terreno si se dividían, es entonces que Monito, corría hacia el sur, Choloman hacia el Norte, disuadidos por no ser presas de Abejas, un pinchazo de estas, los haría entrar en una fiebre, que rompería en quitarnos el respirar, ocasionándoles un ataques y falta de aire, teníamos que ser sigilosos, ya que también era territorio de abejas enormes, del tamaño de elefantes, me contaba Choloman que hubo una ocasión que subió al lomo de una de estas, con firmeza se aferro a ella, y esta, lo llevo por muchos túneles, canales, por muchos kilómetros por debajo de la tierra. Choloman creyó a ver visto el comienzo de todo, el centro del universo, el centro del Mundo. Las aventuras de su Amigo, eran incontables, los Gusanos de aquellos árboles, parecían serpientes, que se arrastraban para poder hacerse de sus presas, pájaros enormes, que en un descuido era comidos por aquellas serpientes, los frutos de aquellos molles tenían un sabor desagradable, solo eran comidos  por los aventureros cuando el alimento escaseaba, no tenían como el cocinarlas, ya que Choloman y el Mono, siempre eran de frutos, los cuales encontraban en el camino, un camino el cual conocían a la perfección, la selva les proporcionaba siempre todo, cobijo, alimentos, sombra, no había nada en esta, que no era conocido por ellos, no había nada en esta que era mas aterrador que ser atrapado dentro de aquellas trampas de las bestias, Dientes de león, me deje llevar por mi entumíamos, es cuando diviso de entre las raíces de un enorme tronco de Molle, que es agitada la tierra, era un Diente de león, que yacía entre las raíces, creando una trampa, pasaron los segundos, fue un aullido al viento, para que sea señal a Choloman, para que este sepa que el objetivo fue encontrado. Cerámicos de lodo, eran muchas veces encontradas, vasijas que eran de civilizaciones antiguas, estábamos en un territorio a la vez desconocido para el hombre, pero no para estos dos intrépidos. CHoloman, deja las cosas en el camino, al encuentro de su compañero, para así volver por ellas después. solo necesitábamos las riendas, algo con que tentar al animal, para que salga de su guarida, las piedras servían, así parecería que alguien fue atrapado en la trampa, así el diente de León, saldría para clavar sus tenazas, enormes protuberancias, que le salían de su cola, sus ojos eran solo sombras negruscas, que a la vez hacían de este, un animal que no necesitaba de la luz, para hacerse de caminos bajo la tierra, de toda su piel, del color de la tierra, sobresalían unos puntos negros, que hacían de camuflaje perfecto cuando salían a rondar las dunas, y los arenales. Era una prominente tenaza que terminaba en aquella cola, un cuerpo hecho para ser un animal inimaginablemente audaz, era como cuando te encuentras con una especie antigua, mas antigua que tus ancestros, era un dinosaurio en nuestra época. Teníamos primero, de coger aquella cola, prominente de tenazas, cociendo aquellas lianas, y unas cuantas sogas, y la proeza siempre de choloman, combinada con la bretes de la bestia, ya que su cuerpo era para el arrastre, no para caminar, pero aquellas pequeñas patas que tenia nuestro monstruo no le ayudaban casi nada, nos la arreglábamos para poder inhabilitar aquellas mortales punciones, que con aquel poder que ostentaba, podría el partirnos en dos, o el quitarnos con sumo placer y facilidad, uno de nuestros miembros.

Choloman es mi amigo desde por antes de comenzar la adolescencia, si no mal recuerdo, inteligente el, siempre se notaba su manera mas elevada de su inteligencia, ya que los incomprendidos, así en su aislamiento, crecían y habitaban su mundo, y solo venían a este, solo para aparentar ser normales, mortales. Diego era su nombre entre los mortales, así se hacia llamar, pero entre los bravos y amigos, aventureros todos, Choloman, era su nombre de guerra, abreviado, seria, El Cholo. Mi cariño por el, no me permitía el nombrarlo de la misma manera que otros lo hacían, ya que para mi, los apodos siempre son insultos, mas nada mas, mas pensar que los apodos, son hechos por personas que en su ignorancia no hacen mas que solo ver los prejuicios o carencias de los demás, detalle que siempre he odiado de aquellos que se creen mas que uno. Pero como siempre, eso no haría, menos grietas en nuestra amistad, la cual creo Yo, sigue fluyente, hace mas de 10 Años. Me acuerdo de la Abuelita de Choloman, esta era de lejanas tierras, hablaba el Quechua, lengua la cual complicaba siempre la comunicación con ella, y eran sus muestras de afecto las que nos daba un miedo, que para esa edad, no tendría como el describirlo, eran aquellos gritos en otro idioma, el que más asustaban, dándonos a saber que no debíamos tocar su puerta, menos el de pasar por su vera. Así se hacia en aquella época, mas difícil el de llamar a Choloman. De un momento a otro, llegaron noticias que aquella damisela, había fallecido, no olvidare aquella oportunidad que, por poco fui bañado con fluidos, orines, y no se que mas, fue una tarde de verano, me escondía en aquella pronunciación de su casa, ya que estábamos jugando a las escondidas, me acuerdo bien, no se como, siento la presencia Ancestral de la Abuela de mi causita, y solo atino a huir despavorido, aquellos líquidos que salían salpicando de un balde, tomaron vuelo por los aires, no llegándome a alcanzarme, gracias a Dios, en aquella vez, ostentaba un físico envidiable.

Las tenazas yacían ya quietas, las muestras de sangre tenían que ser tomadas, el saber su edad, y de donde provenía, de que parte del territorio, lo sabrías si tomas en cuenta ciertas cosas. Las veces que atraemos alguno, aquellas veces marcábamos el lugar, y era esta, apresada, y llevada en un recipiente, cuidando que no carezca también de arena fina, para que también pueda el Diente de León refugiarse de ojos lujuriosos de placer. Siendo una forma de conservar el espécimen, nuestras aventuras, siempre terminaban en días soleados, no era si no, un vaso de refresco, un helado, o aquellos Marcianos, que mataban nuestra sed, por haber caminado tanto, por haber alcanzado nuestro objetivo, era un premio el cual disfrutábamos después de cada aventura.

Diego, ahora no viste de igual forma, ahora con camisa elegante, calzado reluciente, siempre logro divisarlo rumbo a su trabajo, los tiempos han cambiado, los años han pasado y son esos años, los que no olvido, no olvido a aquel muchacho, que de pequeño, se mostraba reacio a utilizar aquel accesorio llamado calzado, ya que siempre lo veías con aquella abnegación por sentir el suelo en las plantas de sus pies, cosa que en aquel entonces era un punto menos a su favor, y motivo por el cual se sentía en el aire, caldeado, cierto recelo, y marginación de parte de los demás compañeros, amigos de barrio. Pero en mí, siempre encontró la excepción (pienso Yo, que así sigue siendo, pienso Yo, que seguirá siendo así) siempre rumbo a encontrarme de nuevo con aquellas aventuras, con aquellos pasajes, selvas, arenales, y dunas, aquellos molles gigantes, eran nuestra segunda casa, ya que siempre la hacíamos de Tarzan subíamos a uno de ellos, para conquistar sus ramas, ser el amo y señor del mundo. Con el trono en aquellas copas. Hoy celebro que todavía podamos seguir estrechando nuestras manos en muestra de amistad. Hoy celebro el regalo más grande, más puro, más jovial, elocuente, querido, aquel puñado de seres que hacen la vez de hermanos. Llamados Amigos. Hoy celebro ese regalo que Dios me dio siempre, la Amistad.

 

Formiga lleó

Éste insecto es la larva de la hormiga león. La larva excava pequeños hoyos en la arena de forma que cuando algún insecto apetecible pasa cerca del hoyo se empieza a hundir, la larva, con ayuda de sus mandíbulas, va derrumbando las paredes de arena de forma que el insecto no tiene ya ninguna escapatoria posible.








Feliz Navidad, Compañero, Feliz Navidad para Todos.