febrero 02, 2011

En la Av. Bertello

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Hoy por hoy, veo que las cosas se me manifiestan en palabras y verbos, siento que las cosas, los pensamientos, las ideas, los diferentes rostros, aconteceres, pasan a mi lado, y debo de escribir de ello, no siempre teniendo papel y lápiz, pero siempre lo hago en mi mente, trazo siempre una línea entre cada historia, las separo, y luego  continúo con la siguiente, – ¿seré raro?- bueno, -¿quién no lo es?-, de seguro te topaste conmigo un día, y dijiste -que es igual como cualquier otro-, bueno si, somos de carne y hueso, así que, no creo que haya mucha la diferencia. De lo que escriba hoy, después de tal encuentro, o si escribo de ti, después o antes de conocerte, solo sé que el gusto por escribir lo llevo ahora a flor de piel.
Me encontré con un Niño, en el cruce de la Av. Bertello (gran colaboración, gracias a mi Amiga, me vengo a acordar del nombre de aquella Avenida) y Av. T. Valle, mientras él hace sus trucos, degollando el aire con sus piruetas acrobáticas, yo me imagino a ese niño, en uno de mis escritos, debo entonces de enlazarlo con una historia, hacer de él, un Héroe o un Frailecillo, dejarlo volar entre mis letras, me imagino escribiendo esto por la mañana, después de salir de trabajar, sentarme en mi Mesa Redonda, clavado en esa silla que siempre está con suerte, ya  que uno de estos días se desueldan sus patas, y me dejara caer con todas mis cuatro letras al suelo.
Me inclino a imaginarlo ahora, con la espada y el escudo, las aventuras que le espera a mi personaje, su vestimenta, sus gestos, su idioma, los acompañantes, veo al niño que hace una serie de piruetas, y estás son vistas por conductores de taxi, choferes de combi, y ni uno solo se inmuta de que este sol, hace de la faena de este engreído, se la más ardua de todas, el del niño, es sin duda uno de los trabajos mas pendejxs que he visto, el de agradarle a la gente, de que le regalen unos centavos, el de que sin duda la suerte se apropie de ese cruce, para que al terminar vuelvan con la mención de que es una buen cruce para mostrar su arte, me encamino a relatarlo como lo veo, pero el poder por dejarle saber al respetable, que para mí es como si estuviera viendo a Jesús, entrar por la ventana  de mis Ojos. Y me dijera –Hola-.
Escribo esto pensando que puede que ese niño, sea mi Hijo, escribo esto, pensando que la suerte pudo ser otra para aquel infante, pero no fue así, el allá afuera, ganándose cada peso, el cual comparte con sus compañeros, yo aquí sentado en el asiento del copiloto, enrumbándome a mi hogar, donde me espera una cama caliente, y un café cargado, no sabiendo Yo, si él podrá dormir en una cama, pienso y escribo, que es en verdad doloroso, lo sé, lo vengo creyendo, que en verdad puede que también Yo, tenga la culpa de que ese Niño, este ahora en medio del asfalto, tratando de hacer figuras con sus manos. Si, lo sé, tú no tienes la culpa de nada, tu Allá en tu cómodo colchón, en tu cómoda casa, en tu cómodo hogar, mientras que hay cientos, que no tienen siquiera a que llamar Hogar. Unos trapos hacen de colchón, unas tablas hacen de hogar.
Una niña, se acerca a mi ventana, se cohíbe, al pensar ella que no tengo intención de darle un centavo, esquiva la mirada, le digo al chofer que espere un momento, saco de mi bolsillo, mi billetera, un billete de 20 soles ve la luz, no sé, si hago bien en dárselo, solo se, que esa niña me gano, me gano brindándome el más puro de los regalos, que hace mas de 20 días, no veía una sonrisa tan pura y clara, con su mirada tan tierna, no sé, si es en verdad que es mendiga como dictan sus ropas, no lo sé, pero sé, que si Jesús toca a mi ventana y me pide que le de Agua, yo se que lo reconoceré donde vaya o este, se también que aquella niña, su vestimenta, sus manitas arrugaditas y negras por el pasar de tiempo, son testigos de que hay un Dios Justo allá arriba, que hará que estos veinte soles, los haga feliz siquiera por este día.
El chiquillo, con quien me imaginaba estas líneas, ahora se acerca a querer devolverme lo regalado, los veinte soles, yacen en sus manos duras y callosas, porque anda tu a saber, cuánto tiempo viene haciendo este acto, el de pararse de manos en este asfalto que arde, por este sol de mierdx. Me dice que es demasiado, - a caray, ¿el piensa que es demasiado?-, lo miro y le digo, -que no es demasiado, es para todos, los que te acompañan, porque sé, que no estás solo, deben de haber, unos veinte en toda la avenida, y avenidas circundantes, ¿no?-, el responde con un poco de vergüenza, que ‘Si’, es cuando le digo que no importa lo que te den, lo que importa es saber qué hacer con lo que te den, si es un sol, son 7 panes, los cuales puedes el compartir con esos 20 hijos, si son 20 soles, es un buen ingreso, para poder almorzar el día de Hoy. No crees?-, si, dice él. Entonces no importa ahora el de quien te lo de, o porque te lo de, acéptalo como cuando aceptas 20 centavos, acéptalo ya que es la primera vez que nos cruzamos, y me coge el bobo, mirarte a ti, y acordarme de mi Niñez. Coge la plata, y no me digas No, a mí.
Entonces el chofer arranca, y no puedo el de sacar el rostro de aquel pedazo de ser, de mi cabeza, llego a la puerta de mi casa, olvido que tengo por completo ir a una capacitación, me envuelvo entre mis teclas, yace la justa razón para poder golpearlas, me entrego entonces al hecho de que es así como Dios, extiende su mano, para poder decirme que no hay que ver siempre arriba, si no, siempre es el estar atento a sus manifestaciones. Hoy Dios tuvo el rostro de un muchachito de 9 años, me dijo entonces que la vida es dura, y que no siempre es el de verla como  es, si estas en lo alto, es justo el de ver siempre por el caído, si estás bien, es justo si de vez en cuando, veles por el que no lo está. Dios me guiñe el ojo, coge el billete y sabe que hoy en la tarde habrá que almorzar, compartir con sus discípulos, y desear que al siguiente día, sea de igual suerte que este. Aunque no siempre tomo el mismo camino, para encontrarme con mi barrio. Aunque no siempre cojo el mismo sendero para darle las gracias de la forma que sea.

En la Av. Bertello


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