agosto 24, 2012

el tipo del espejo [por Armando Q.] [Escritores Invitados]

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Escritores Invitados
por Armando Q.

el tipo del espejo


Camino por el barrio, y logro ver a la vecina ya con el peso del tiempo sobre sus hombros, haciendo de su caminar mas pausado, lánguido, como si en sus tobillos portase pesados grilletes, camino por la berma que ha sido testigo de mi caminar, ahora mas pausado, el aroma de los húmedos fícus, la brisa del mar de esta parte del mundo, el aroma de la yerba todavía húmeda por el riego de los de la Muni a temprana hora, todo esto me dice cual cántico mañanero que estoy en mi barrio, así lo creo, hasta ahora lo es, el disfraz que la Jardinera siempre luce por las mañanas, un conjunto verduzco eléctrico y, a su lado, el coche del heredero con la mamila en la boca, -ni en el trabajo deja de ser madre- me digo con una sonrisa, sigo caminando y recibo el saludo de vecinos, algunos eufóricos me dicen –¡¡vecino buenos días!!- otros mas apagados por la temprana hora, solo limitan sus saludos a una sonrisa forzada, a estos últimos, los llevo contados con los dedos de la mano, para cuando me los cruce de nuevo, regalarles un enviciado –buenas días vecino, no estamos peleados ¿verdad?- mi caminar me lleva por el camino habitual, las plantas recién podadas y los regalos de algunos perros en la berma se dejan ver, hay que tener cuidado si no quieres tener suerte con olores en tu calzado; algunos vecinos, ya han sacado a pasear a sus engreídos de cuatro patas, otros en cambio la mayoría ya con base cinco, me siguen en peregrinación a la panadería que se encuentra en la esquina, al verlos de reojo y ellos verme a mi, cogemos casi en perfecta sincronización el vuelo, así ha de sentirse en las olimpiadas, nuestro caminar se acelera, queremos los primeros Chavatas, los mas crujientes, y todos sabemos que solo los primeros conseguiremos tal bendición en nuestras mesas la mañana de hoy, una señora que no había visto en mis 30 abriles de vida por mi barrio, es la primera en la fila, con su cabello desarreglado, aparentaban ser algas encima de su cabeza, y todavía en pijama, con dientes amarillos, sin maquillaje y con voz ronca pide cien de los panes que se encuentran en el mostrador, luego de terminar con su pedido escuchar a las personas en la cola incluyéndome a mi, en un soberano quejido que es recibido con atención por nuestra vecina la panadera, -no se preocupen vecinos, estamos preparados esta mañana- la calma reina después de aquel anuncio. Quise sacarme el clavo y al ver a la señora de pijama salir de la panadería, quise ver cual era su ruta, y si, estaba en lo cierto era de un barrio contiguo, al parecer, la panadería había ganado fama en barrios vecinos, y eso en mas, molestaba a mis vecinos, sobretodo a los mas cochitos. Debe uno levantarse mas temprano para poder conseguir pan caliente. Saludo con sumo respeto a mi vecino Turco, vecino de la tercera edad, todavía lo recuerdo atendiendo su tienda de la esquina, que ahora es administrada por personas sin gracia, ya sin fuerzas para caminar, a mi vecino se le notan los años con solo verlo como se esfuerza para llegar al mercado “Modelo El Condor”, aquel viejito era quien con su señora esposa atendían la tienda de la esquina, tantos recuerdos, tantos mandados que fueron ordenes divinas de mi sacrosanta Madre, tantas cosas, tantos momentos que se vienen a mi mente, para seguir siendo combustible que sé administrar y compartir, estas son mis vivencias que guardo en alguna parte de mi cabeza calva. Llega con estos, una nostalgia que me enciende el corazon, y apaga la amargura, el de levantarme tan temprano para solo ir a comprar el pan. Ahora no esta la señora de los tamales, en cambio encuentras a una joven, morena, de dientes realmente blancos, de saludo amable, y de voz suave, te ofrece su mercancía con tamaña experiencia, pido dos para llevar, me entrega mi vuelto en céntimos, y luego cual trompo carretón que choca contra otro, se me viene la imagen de la señora de pijama, si, que Dios me recoja confesado, es en ese instante en que recuerdo quien era en realidad, era la vecina que ahora ya sin sus prendas primaverales, o sus mascaras, sin labial y pintura en los ojos, se deja ver, vientos que han traído a una persona diferente, ni pensar que estoy viendo a aquella mujer que en nuestros tiempos de chiquilladas era nuestra musa de entonces -¡Wuao!- que cambio, y pensar que adivinábamos con los muchachos que profesión tenia, o a que se dedicaba, a parte de lucir sus mejores prendas por el barrio, adivinábamos de que país era, y hasta que acento era ese, ya que por mas esfuerzo que hacíamos, y contando con nuestra magra experiencia, no atinábamos, mucho menos el mas valentón de nosotros puedo en sus sueños mas húmedos hacerse de sus encantos. Lastima, fue una pena verla de ese modo, fue una lastima que hasta ahora, la ilusión se haya quebrantado, solo con el pasar del tiempo, una verdadera lastima no haber sido mas aventado por aquellos años.
Camino de regreso a mi casa, que queda a dos cuadras exactamente, camino dos cuadras para poder llegar a la panadería y de regreso, voy por el periódico, si en caso no me encuentro con mi Abuelo en el camino, el risueño caballero de caminar lento y siempre mirando al piso, de unos 94 años, si me lo cruzo, lo saludo creyendo que es mi vecino, hago esa broma cada vez que lo veo a sus anchas, en su segunda soltería, ya que somos dos gavilanes solteros encontrándose en un mundo de pollitas, -buenos días vecino- y el sin que pasen algunos segundos, suelta un –buenos días, buenos días- para luego sonreír, si su memoria no se ha mellado con el tiempo, reconocer a su nieto. Que diablo soy.
Compro el periódico, camino con un ojo en el camino y otro en la sección de deportes, las caminatas de este modo, son algo difíciles y por decir menos, complicada, así que me voy despacio, tanteando el piso, y pensando en los cotejos del Descentralizado del día de hoy. Luego veo como salen de sus casas personas que no he llegado a conocer, gente que no he visto, salir apuradas, unos al trabajo otros a algún instituto, con cara de apurados, con mucha prisa, personas que no conozco, personas que no se encuentran en mis recuerdos, y soy salvada por una que me riega de recuerdos, los que necesitaba, me saluda Martín –Armando, hoy voy a visitarte, y a retarte en Tekken- ¡ven cuando quieras!, le digo de saludo, nos abrazamos, para luego cada uno seguir con su caminar, mis pasos los acelero, ya que me estoy haciendo tarde, pronto mi hermano se levantara y no vera los panes en la mesa, pronto mi Viejo saldrá para traer primero, alimento para sus otros 35 hijos, pronto mi Madre se levantara con un grito –¡Levántalo a tu hermano, que tiene que ir a trabajar!- pronto haremos la rutina de todos los días, la agonía de levantarlo de la cama a mi hermano menor, pronto los ojos de mi Madre, me dirán nuevamente que no son los de antes, pronto regare mi memoria de recuerdos y golpeare estas teclas sedientas de ellos, pronto veré de nuevo a ese tipo, a ese desconocido, despreocupado, sambo y sin pinta de galán colarse de nuevo en el espejo del baño, creando en mi, una duda –¿tanto tiempo ah pasado?-

Hoy no reconocí al tipo que se deja ver en el espejo del baño, al que todos saludan y dicen conocer ...hoy me pegué un susto de aquellos, al ver el peso del tiempo.