Escritores Invitados
por Armando Q. (Perú)
20min para escribir.
Se me durmieron las manos el otro
día, me asuste endemoniadamente, al punto, que el corazón, se me escapo del
pecho. Saltó, en un intento por buscar refugio, cosa que no encontró. En
peligro estuve, en peligro si, el futuro erudito, anduvo en peligro de no poder
comenzar su historia, y nadie habría podido dar cuenta de ello. Absolutamente
nadie habría sabido de esta tragedia, la cual, estaba ocurriendo, a las dos de la
tarde, del viernes 25 de Abril; cinco días antes de cumplir 31 años, que mal, ninguna persona hubiera pensado siquiera, en extender el
pésame por cuestión de formalidad, en vista que mis manos, andaban ahora
muertas, sin ganas, habían alzado vuelo. No podía escribir más. Esa era la pura
verdad. Se durmieron para ya no despertar. Estaban… solo la tierra y el aire,
presenciando la muerte de un talento, y no me había dado cuenta que habrían
algunos, que en verdad llorarían en el entierro. Si lo hubiera habido.
Que triste es esta soledad que
embarga la muerte, es triste y fría, amarga a la vez, haber llegado a conocer en el
camino a tanta gente, pero, es esa gente que no sabe en verdad lo difícil que
es, estar parado aquí al frente. Dictar estas palabras, y que ninguno entienda
el porqué. Dejen aquello de mandarme a decir “Loco”, que ellos, los que andan por la
vida sin preocupaciones, de mugre en los nudillos y piedra en el zapato, surcando los caminos aferrados
a su pronta escapatoria, ya que decidieron no ver mas, como el mundo se funde
en llamas. No tienen nada que ver conmigo. Yo soy otra clase de loco. Loco en fin, pero un loco discreto, un
loco feliz, feliz con su locura. Un caso muy diferente.
Es simple, la respuesta, es
simple. Lo hago para no aburrirme, para que no pase el tiempo, y piense que han
pasado los minutos y llegase la noche, sin hacer nada, mejor aprovechar, y
mandar un mensaje. Este, llegue a quien tenga que llegar. Con el menor
esfuerzo; allá ellos, si quieren escucharme; allá ellos, si desean quedarse,
aquí estamos solo los que quieren curarse.
"El escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo
que no se puede explicar."
"The writer writes his book to try to explain to himself what’s beyond his comprehension."
--Gabriel García Márquez
"The writer writes his book to try to explain to himself what’s beyond his comprehension."
--Gabriel García Márquez
Pero ahí van, hasta que la vela
llegue a su fin, los nudillos aún portan esa sensación, la de perderse en el
intento erróneo de la vida misma. Ahí, cogiendo fuerza entre cada pausa, para
poder seguir con lo planeado, una hoja por día, un capitulo por mes, un libro
por cada dos o tres años. Ahí están, ahí donde los ves, No han calado
suficiente, no han trabajado suficiente aquellos dedos, aun les falta mucho, el
golpear las teclas endemoniadas de aquella maquina de quinientos pesos, aun
entienden que no han hecho nada, aquel cuerpo al que pertenecen es quien cobra
la renta, quinientas veinte palabras por día, suficientes para poder estar tranquilos
durante un tiempo prudente. Pero es inútil, al parecer hoy dieron sus últimos golpes, hoy
se tornaron azules, las uñas quebradas, las huellas borradas, no hay como
revivir aquellas articulaciones, sin evadir el riesgo de perderlo todo. De
nunca más moverse. Ahí están, inertes, sueltas al abandono, ya que no sirven,
su función, que un día fue escribir, ahora pasara al olvido. Que peligroso, que
si no hacemos algo, inventar alguna medicina, dejar que cobren vida, masajearlos si
es posible, para poder retomar la senda de seguir inventando historias. Que si no hacemos algo, perderemos todo un mundo por descubrir. Podría
haber cura. Buscar si es posible en cada rincón, en cada país, en cada bar de
la Lima polvorienta, buscar aquello que puede darle de nuevo, eso que
perdieron, ganas, motivos, eso, devolverle lo que un día tuvieron, pero que hoy les
hace falta, pues no todos los días, amanecen con ganas de escribir para todos,
a veces, solo escriben para su dueño. Motivos sobran. Aquel Loco que hoy se levanto añorando un
vaso de cerveza, al que le dieron en vez de cebada, la noticia que dentro de cinco
días, tendrá un año menos de vida. Hoy los dedos andan en huelga. Ya no se puede hacer nada. Solo esperar a que la historia sea contada por otros.