enero 18, 2014

El Discurso y El Padrino |por Armando Q.| |Escritores Invitados|

Compartir


Escritores Invitados
por Armando Q. (Perú)




El discurso y el Padrino


Discurso

Podría haber ayudado a mi hermano entregándole unas cuantas líneas, para poder exponerlas el día del cumpleaños de mi sobrina, pero he sabido con el tiempo que somos hijos de un orador, y las palabras siempre han sido fieles amigas. Eso viene de familia. Es por ello que no me quise ofrecer a tan esplendida tarea. Sabía que él encontraría la inspiración y las palabras saldrían de su corazón, agradeciendo la presencia de los invitados que se apersonen en aquella tan esperada fecha, y esperando que todo salga bien dejaría que mi hermano se encargue de esa responsabilidad.
Lo que me preocupaba, era otra cosa. Lo que me preocupaba era el “tiempo”.
Estaba seguro que no habían pasado los doce meses que el calendario me escupía al rostro, que los días se habían esfumado en un abrir y cerrar de ojos, estaba seguro que, solo hace unos cuentos días, me encontraba esperando en la “sala de espera” del hospital Negreríos, esperando para poder ver a mi sobrina recién nacida, saludar a mi cuñada con un enorme abrazo y dejar mi felicidad a flote, porque la vida, siempre hay que celebrarla. Estaba seguro que aquella experiencia, Jairo, John y Yo, sentados en aquellas bancas, hablando de planes futuros, intercambiando ideas, la habríamos vivido, unos días atrás, y que la preocupación de tener aquella responsabilidad de ser padre nuevamente, caía en los hombros de nuestro hermano mayor, no sería problema para él; cosa que ha sabido sobrellevar de una manera sorprendente, me enorgullece y me produce una alegría inmensa, cuando recuerdo aquella escena, en aquellas bancas y en aquel hospital, lo recuerdo más, porque en aquel gran día, no se encontraban junto a nosotros nuestros padres, tampoco los suegros de mi hermano. Estábamos los tres, ahí, sentados, asumiendo nuestra responsabilidad como hermanos, y él como padre. Fue una escena que se quedo en mi memoria, ya que mi Madre me dijo antes de salir con dirección al hospital, que debía acompañar a mi hermano. Lo sentí como una responsabilidad, la que asumí como tal. Cosa que él sabrá apreciar en su momento. Yo solo quería saber si aquel día podía conocer a mi sobrina. Y me preguntaba cómo sería cuando creciera aquella pequeña vida, aquel ángel que quiso abrir su mano pequeña para sostener uno de mis dedos. No quise perder tiempo, y aquel recuerdo lo guarde para poder compartirlo en alguna oportunidad en uno de mis textos. Estaba feliz, ya que sentía que nuestra familia estaba creciendo.

El Padrino

Días después, mi hermano me dice lo que habían decidido él y mi cuñada, idea de mi cuñada en primer lugar; que sea Yo, quien deba ser el padrino de aquella chinita, que brincaba, y nos veía con ojos saltones, desde aquel carrito, que ahora sería también mi responsabilidad, velar por la vida de esa personita que día a día, crecía rápidamente. No podía expresar mi felicidad, porque luego, llegaron las preocupaciones. Feliz, si, pero a la vez, todo paso tan rápido, el tiempo es mi enemigo, no me dejo disfrutar del todo, aquella noticia. Creo que pasaron así las cosas, pero bueno, lo único que puedo agregar, es que, hasta hoy, nadie me quita la sonrisa del rostro.
No pensé en aquel momento, en lo que me estaba metiendo, sabía que debía ser un Padrino ejemplar, pero luego recordé, que mi hermano no nació sabiendo de cómo ser un buen padre, eso se aprende, es por ello, que decidí aprender con el tiempo, a ser un buen padrino. Un padre sustituto, que se encontraría sentado en la banca, para cuando el Director Técnico de la Vida necesite de mí, y me de permiso para entrar al juego, y estar presente en la vida de mi dulce Mavis. Y que luego, con el tiempo, aquella sonrisa que ahora ilumina la sala, siga creciendo, siga iluminando nuestras vidas.
Estaba seguro, que me estaba equivocando, al ver el calendario, fue después, que me encontraba visitando a mi hermano, y me siento a hablar con mi cuñada rodeando la mesa de la sala, cuando me doy cuenta, que han pasado casi doce meses de aquel día en el hospital, y de que mi sobrina, no deja de crecer; que el tiempo nos otorga, pero también nos quitar, y es cuando decido que quiero seguir estando presente en la vida de mis sobrinas, en especial en la vida de mi ahijada. Fue cuando el discurso que debía ser pronunciado, mas por ser una formalidad, sería el anuncio de nueve años aprendiendo a cómo ser el mejor padre del mundo. Habiendo conseguido lo que siempre ha querido en un principio. Que su familia se encuentre bien, y que todos a nuestro alrededor, logren comprender el duro camino que conlleva a ser un buen padre. -¿Si lo lograra?-, eso lo sabremos, con el tiempo. No me preocupo, ya que mi hermano, está haciendo un muy buen trabajo. Me doy con la sorpresa que nunca he contado este momento especial, él como mi hermano, nos mostro a su hermosa familia, abrió las puertas de su casa, y que me entrego la responsabilidad de ser el padrino de su segunda Princesa, estoy seguro que el tiempo, me dará en alguna ocasión una pausa, para poder mirar hacia atrás, y ver aquellas pequeñas imágenes, en donde la sonrisa de aquellas dos mujeres, fueron felices en su niñez. Y gozaron cada año de sus vidas, perteneciendo a la Familia Quiroz Anaya.