febrero 16, 2014

he cambiado el lápiz por la pelota |por Armando Q.| |Escritores Invitados|

Compartir



Escritores Invitados
por Armando Q.
de los amigos que perdí
20min para escribir


he cambiado el lápiz por la pelota

He cambiado el lápiz y el papel por una pelota, por una llave media, tantas veces; puedo correr o saltar mejor que algunos, el caudal del río hablador de mi sangre deportiva siempre encuentra como desbordarse, sabiendo esto, estoy decidido a no bajonearme por los comentarios y bromas  sobre mi sobrepeso, nunca he dejado la pelotita. Mientras mi salud me acompañe, no dejare de practicar el deporte Rey.
Y a la fecha, no me ha abandonado tampoco, el deseo de ensuciarme las manos con aceite de motor, ese sentir no ha dejado de golpear mi humilde corazón. La pelotita es el dulce recuerdo de una feliz niñez, el sueño inconcluso de ser un astro con la redonda, trabado por un caza talentos, que no miro mi fuerza interna, dejándose llevar por mi inmadurez y mi falta de talento por aquel entonces. No creyendo que pudiese madurar a tal punto, que la pelota sea una extremidad más de mi cuerpo. Siempre con un botecito para que empiece la serenata de goles, al sonar el pito. Mentiría si dijera que: “nunca he dejado de escribir”. Que lo vengo haciendo todos los días. Si, mentiría con descaro y cojudamente. Ya que no tengo porque avergonzarme de algo. He tenido la dicha de hacer lo que más me plazca, sintiéndome libre, sin que haya una voz, diciéndome lo que tengo que hacer. Después de aquel año en que deje hablando sólo al dueño de "Grupos Nora", dejando escrito en aquellas paredes de su taller de mecánica, que si en algún momento de mi vida me arrepentida de algo, sería un maldito fracasado. Por ello me siento feliz, agradecido es poco, ya que la felicidad no se le entrega a nadie. Si no, que todos los días, la idea de sentarme, en aquella silla de hierro tratada por manos artesanales, fuera la última cosa que quisiera hacer, antes de dejar este mundo. Sería una de las pavadas más grandes, ningún escritor puede escribir, no saliendo de casa, tiene que coger al mundo desprevenido. Es como decir puras idioteces sin sentido, una mentira tras otra, uno debe encontrar sus propias historias. Para eso, debes salir, a buscar aventura.
Habiendo dicho eso, decidí no encerrarme en cuatro paredes. Mentiría con descaro si dijera que ese es el único sueño que he tenido desde niño, ya que desde pequeño tengo muchos, formándose un día en mi cabeza, y cumplirlos me está llevando tiempo. Pertenezco a la generación, que cuando nos nace hacer algo, lo hacemos, pero jamás nos abandona el miedo a errar.
Planifico todo en mi cabeza, imaginando los momentos, y recuerdos que producirían mis alocadas y también bien pensadas decisiones. Me canse de que me vea la gente con una mirada hiriente, me canse de aquellos que ven mis letras, con burla, se desprenden de insultos no subidos de tono. Pero insultos al fin. Tengo fe que llegara el día, en que cerrare aquellas bocas con terocal y talento del puro. Tengo fe que mis manos me dejaran tocar la gloria, siquiera por un tiempo prudente. Para poder estar en lo alto, vaciar mí burla no infernal, en aquellos labios sarnosos de gentes que no hacen otra cosa que envidiar a los demás. A veces es mejor callar, para luego desprender tu furia en el momento indicado. Y creo que ese momento está por llegar. Lo presiento. Lo siento en mis venas hediondas. Lo respiro en el aire, aquel tóxico que necesito para poder seguir adelante. Calculo que llegara pronto el merecido reconocimiento.
¿Pero cuál? ¿Porqué pido tal cosa?, sí no hay peor premio, que el que no se merezca. Reiremos por éxito propio tal vez, pero eso acabó con los monopolios. Con los actores sobreactuados, la academia, la miserable espera en una sala de espera por querer entrar a un cuarto y que una persona extraña te escupa mentiras por una hora. A veces pagando por adelantado. Pidiendo que todas las semanas sean iguales. Igual a está, en que todas las personas tengan los ojos puestos en ti, esperando a hacer tú jugada, esperando, a que llegues con tú talento escondido y que tu publico inmaculado te entregue su apoyo.

Pero acabemos de hablar de mí, no valgo la pena que desperdicies tú tiempo en leer estas líneas, no lo valgo, menos que termines está línea en donde agradezco tú tiempo, ya que tú sin saberlo y yo sin merecerlo, los dos, tú y yo, no sabemos en qué nos equivocados. tal vez, seamos iguales, quién sabe. Puede que de alguna forma, lo seamos. Y nos quedamos enganchados, uno del otro, pensando que llegará el día en que todo cambiara para bien.

Listo, termine, cambie mi humor en unos cuantos minutos, dejando de lado la pereza. Veinte minutos de desfogue, deberás que necesitaba que me escuche alguien.