marzo 30, 2014

A la jarra con mi esposa [por Kenny Yucra Lopez.(Perú)] [Escritores Invitados]

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 A la jarra con mi esposa 

Hace cuatro años murió mi esposa a causa de una sobredosis de éxtasis, pues murió feliz, cuando amaneció; la vi sonriente, fría y tiesa con el frasquito en la mano que siempre guardaba en el cajón de velador, sus ojos estaban abiertos, pensé que estaba bromeando que hasta le di un par da palmadas en los senos para ver si reaccionaba y fue inútil había muerto.

Jimena mi hija que en ese entonces tenía diecisiete; vino desesperada a mi habitación porque di un grito femenino de temor y ella vino a rescatarme de su madre, que estaba fría como la carne porcina en el mercado. Pues, como murió risueña; considere que mi esposa es ahora mi inspiración, me siento orgulloso de ella por haber muerto muy sonriente con su puñado de pastillitas desparramada en su pecho, muy bien guapa ella. Esa mañana la ame tanto al verla carismática, pálida romántica, solo que estaba muerta.

Con el tiempo a corto plazo no tardamos en superarlo: Jimena lloro a mares en el crematorio, la consolé tantas veces le prometí nunca dejarla, que su padre—es decir yo—nunca la dejaría desamparada, aunque meses después me confesó que solo había llorado por compromiso y para quedar bien ante nuestra familia refrigerada, realmente no le afecto la muerte de su madre, quizá coincidamos ella y yo en esto, porque se había convertido en un maniática a las pastillas de colores y lo único que faltaba era esperar su muerte.

Ahora yo quiero morir así, Jimena también y no veo nada defectuoso o algo inhumano, sin duda es la mejor manera de morir, la eutanasia perfecta, hasta hemos pensado morir ya de una vez, pero no podemos porque debemos la renta del departamento—por deudas—y no somos malagradecidos, además que aun somos jóvenes y debemos vivir un tanto más.

Jimena tiene tres novios y es muy adicta al sexo, la primera vez que le enseñé a comprar y a usar preservativos; se ha sumado a mi lista mensual tal necesidad, le compro cajas de condones y píldoras de prevención, aunque este último le he aconsejado no consumirlo en demasía, mi amigo que es un doctor dijo que no podía tomar muchas, yo no sé exactamente porque, pero si el doctor dijo entonces le digo lo mismo. A veces olvida tomarlas por venir ebria en las madrugadas, pero yo soy su padre y me encargo de ella, de hecho ella quiere morir extasiada, yo también quiero morir extasiado.

Jimena es una buena muchacha, no le gusta estudiar porque como muchas personas en el mundo dicen que: El estudio no es para ellos, y Jimena también lo dice y tiene mucha razón, estudiar no le hace persona, así está muy bien, pero algo debe llamarle la atención, aun no sé qué le gusta, en eso ando ahora, una vez intentó con la música y no funcionó.

Una vez le recomendé que fuera actriz porno, porque ella tiene los dotes como requisito principal y no necesita cirugías en su figura, porque bubis le sobran y que decir de su trasero, tiene el trasero perfecto igual que su madre, el poto perfecto, redondos y voluminosos, sin duda un gran talento, pero ella descartó esta posibilidad porque no le gustaba tener sexo con personas que ella no quiere, por eso tiene tres novios y los tres son guapos, aunque soy su cómplice a veces le digo que está mal que este con tres a la vez, pero ella es más inteligente que yo, yo me siento mínimo sin más palabas a recalcar, se parece a su madre que basta de unas cuantas frases para dejarme desarmado y yo darle la razón y como si fuera poco comparto su idea, me parece eminente su propia ideología.

Sé que a veces me siento ser un mal padre y en muchas otras—que es casi siempre—me siento padre perfecto o mejor dicho no soy padre, sino de Jimena su fiel acompañante y me siento a gusto con eso. Sé que debí algunas veces resondrarla y no lo hice porque lo veo irracional. Sé que no debí perdonarla por haber una vez llevado a la casa de empeño los restos de su madre que estaba en jarrón de la sala, empeño a su madre cremada por ochocientos dólares y me reí y nos reímos juntos, porque a mí nunca se me hubiese ocurrido empeñar a mi esposa y conseguir algo de dinero, de hecho hace meses lo empeñé para llevar a Jimena de paseo por el norte del Perú, pero lo vamos a recuperar, no lo tomamos a mal, queremos pensar que mi esposa también se sentía aburrida en la sala del departamento, por eso la mandamos de vacaciones a la casa de empeños.

Casi siempre suelo ser sentimental, un hombre con sentimientos femeninos y necesito a Jimena a mi lado para mimarme y hacerme sentir seguro de mis acciones cuando me va mal en el trabajo, si Jimena no fuera mi hija la haría mi esposa y sería la única con quien le seria infiel a mi difunta esposa su madre, pero estoy conforme tenerla tan cerca de mí, sé que en algún momento tendrá que irse a hacer su propia vida, entonces quizá sea el preciso momento donde tenga que suicidarme por sobredosis y amanecer sonriente con los ojos abiertos, mi frasco de pastillas y frío como carne de cerdo y feliz por haber muerto como mi difunta esposa, que la admiro demasiado por su valentía y su descaro de suicidarse a mi costado cuando dormíamos luego de hacer el amor aquella noche, pues ahora no tengo nada que hacer en la vida, solo cuidar a Jimena porque se lo prometí en el crematorio de su madre, la cuidare, quizá ella muera también y yo también, mientras tanto seguiré siendo mal padre porque los buenos en el mundo abundan.



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